Desarrollo cultural

Camagüey fue cuna de numerosa población indígena que dejó su legado, en la forma de las casas o bohíos, en la presencia de pinturas rupestres, en el vocabulario, entre otras manifestaciones. El propio nombre de la ciudad proviene de la voz indígena Camagüebax.

Puerto Príncipe se destacó en el campo de la cultura y generó numerosos hombres de letras y artes. En ella se escribió el Espejo de Paciencia, considerada aún la primera obra literaria escrita en Cuba, por el escribano Silvestre de Balboa. Gertrudis Gómez de Avellaneda, Aurelia Castillo y Castillo, Enrique José Varona, Calixto Bernal, Felipe Pichardo, Luis Casas Romero, Emilio Ballagas y más recientemente Nicolás Guillén (Poeta Nacional) nacieron en Camagüey.

Proveniente de La Española, la metrópoli traslada a Puerto Príncipe la audiencia primada de América, la de Santo Domingo, lo que produjo un ir y venir de letrados e intelectuales que influyó en ese desarrollo cultural demostrado.

En el campo de la ciencia se destacan los nombres de varios camagüeyanos, entre ellos Carlos J. Finlay, descubridor del agente trasmisor de la fiebre amarilla y Arístides Agramonte. Las fiestas tradicionales constituyen parte del rico patrimonio inmaterial de Camagüey. Amalia Simoni quien colaboró decididamente en la comprobación de la mencionada teoría y fue nominada junto a Finlay al Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1914.

Una gran cantidad de leyendas, tradiciones y festividades, marcan el imaginario de la ciudad. Muy conocidas son las leyendas camagüeyanas y las fiestas populares más notables como los festejos del San Juan, los reinados afrocubanos, las procesiones de Semana Santa y la de la patrona de Cuba, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.

El desarrollo de la alfarería conllevó la instalación de talleres en las afueras de la ciudad donde se elaboraban tejas, ladrillos, pisos y los genuinos tinajones que han sido siempre la marca de identidad de Camagüey

El Camagüey actual, llamado así desde 1903, supo incorporar a su desarrollo además de los indiscutibles aportes de sus hijos en las artes, las ciencias, la política y la historia, los avances sociales y tecnológicos que le han permitido mantenerse como una ciudad viva, que trabaja por la salvaguarda de sus valores y la integración a la modernidad sin renunciar a tradiciones, costumbres e identidad, constituyendo por todas las peculiaridades apuntadas anteriormente, un Centro Histórico digno de preservar para las futuras generaciones como Patrimonio Mundial.

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