Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, fue una de las primeras villas fundadas en Cuba por la metrópolis, según marca la tradición, un 2 de febrero de 1514, asociada a la Virgen de la Candelaria. Su primer asentamiento se produce en la costa norte de la región centro-oriental de la Isla. Diferentes inconvenientes hicieron que la villa se trasladara en dos ocasiones hasta su asentamiento definitivo en 1528, entre dos ríos y al centro del territorio, presumiblemente en las inmediaciones del actual parque Agramonte, espacio que acogió a la Plaza de Armas.
Aunque el núcleo original se trazó de forma regular, como era la costumbre, este se perdió en el transcurso de un desarrollo urbano lento y descontrolado, así, se conformó una trama urbana bien irregular que la caracteriza hoy. Estructurada en un sistema de plazas, con la iglesia como hito del barrio o feligresía y rodeados de edificios de una sola planta, que conforman un perfil bajo y plano, propio de la sabana camagüeyana.
La ciudad constituye un interesante espacio urbano, plagado de matices que lo singularizan en su intangibilidad, capaz de atrapar a cualquiera en sus calles y callejones.
La ciudad en el siglo XVIII quedó bautizada como la ciudad de las iglesias. Por expresa autorización del Rey y a solicitud de los principales patricios de la villa, se fundaron ermitas, iglesias y conventos. Se construyeron con técnicas y materiales tradicionales, un conjunto de edificaciones religiosas que, con el tiempo, mostraron un sistema de hitos que marcan de manera decisiva la cotidianidad citadina.
Edificios como el de la Parroquial Mayor, San Juan de Dios, San Francisco de Asís, Nuestra Señora de la Soledad y Nuestra Señora de la Merced, definieron un núcleo cultural urbano que definió a la urbe. Un poco retiradas de este núcleo se edificaron otras no menos significativas, como Nuestra señora de Santa Ana y Santo Cristo del Buen Viaje.
Leyendas Camagüeyanas 