Leyenda de la Cruz de Sal

Así como otros pueblos tienen sus imágenes milagrosas, como la Caridad del Cobre, la Virgen del Majá, San Roque, etc., Camagüey también tuvo, una Cruz de Sal existente en la ermita del Hospital de San Lázaro, ante cuyo símbolo cristiano oraban nuestros antepasados pidiendo clemencia y misericordia para que la ira divina no se manifestara entre la grey católica, en forma de huracanes, incendios, sequías prolongadas y demás azotes que flagelan, de cuando en cuando, a la humanidad descreída.

Al finalizar el primer cuarto del siglo XIX unos salineros de la provincia de Oriente, tropezaron con un pedazo de sal que figuraba una cruz, perfectamente delineada, de simétricas proporciones. Recogieron el símbolo cristiano y cuidadosamente lo trasladaron a la casa más cercana, donde la Cruz de Sal fue adorada durante algún tiempo por numerosos devotos de varios lugares de los contornos.

Más tarde los salineros acordaron que dicha Cruz de Sal fuera trasladada a otro lugar más poblado, donde los fieles le cumplieran rendida pleitesía, y la obsequiaron a uno de los hermanos de Don Pedro Alcántara Correoso, Regidor de Puerto Príncipe quien a su vez la donó al reverendo Fray Don José de la Cruz Espí, más conocido por el Padre  Valencia, virtuoso sacerdote, a quien tanto debe este pueblo por sus obras benéficas y su inagotable caridad humana.

El místico franciscano colocó la Cruz sobre uno de los altares de la ermita de San Lázaro, cubriendo la figura con un fanal de vidrio para protegerla de la influencia natural del tiempo. Desde entonces se veneró allí por la grey católica, que en gran número acudía al perdón de sus pecados y piedad para los pecadores, sobre todo durante los primeros días de cada año, que se celebraba en el hospital la tradicional “romería” de San Lázaro.

Poco después de haber colocado el Padre Valencia sobre el altar de su ermita “LA CRUZ DE SAL”, profetizó en más de una ocasión que mientras el mineral de que estaba formada aquella producción caprichosa  de la naturaleza conservara su condición de cuerpo sólido, nada fatídico ni calamitoso azotaría a los habitantes de esta ciudad, siempre que estos continuaran observando las prácticas de “nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana”, que tanta fe habían demostrado en “LA CRUZ DE SAL”; mas, cuando esta fe decayera y no se continuara fielmente la vida católica que él predicaba con el ejemplo, la comunidad sufriría calamidades, el cólera, el hambre, la sequía y la guerra.

Desgraciadamente, todas sus profecías se vieron confirmadas. En 1835 él notó, y así lo hizo saber a sus feligreses, llenos de angustiosa preocupación y temores, que uno de los brazos de la cruz de sal comenzaba a deshacerse, y ese mismo año la epidemia de cólera abatió al vecindario de Camagüey y segó la vida de muchos habitantes, entre ellos el Teniente Gobernador Sedano.

En 1844 el administrador del hospital observó algo anormal en la cruz de sal y se padeció una sequía terrible, conocida por “La Grande”, que tantos males proporcionó a la provincia, por la pérdida de millares de cabezas de ganado e incendios en los montes.

En los primeros días del año 1851 el prócer Joaquín de Agüero y Agüero en su obligada visita anual al Hospital observó la cruz de sal y acusó como disminuía de tamaño, y el 12 de agosto del mismo año fue fusilado en la sabana de Méndez, con sus tres compañeros, por haberse alzado en armas contra la tiranía y la opresión el 4 de julio anterior.

Hace algunos años subsistía la cruz de sal todavía; en 1907 en la ermita que la guardaba, ya entonces estaba próxima la desaparición de dicho trozo de mineral.

 

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